viernes, 7 de mayo de 2010

LA CACHAÑA

Conocida desde el ámbito deportivo como sinónimo de finta o gambeteada, acción que aparenta una jugada para hacer otra, contando con el desconcierto del oponente; desde el punto de vista zoológico, una de nuestras aves autóctonas, enicognathus ferrugineus. En el habla popular, viene a ser aquella expresión corporal y/o alocución amenazante entre dos rivales, por lo general varones, que se produce en subsidio de una pelea real o bien le antecede; así, escuchamos expresiones tales como “se fueron en pura cachaña”, para el primer caso, “le hizo cachaña y el otro le aforró”, en el segundo. Viene entonces la cachaña a ser una analogía de las conductas de aquellos machos de especies gregarias, que para disputar terrenos y hembras, en cierta medida ponen en escena una aparatosa reyerta ficta donde exhiben sus habilidades, dotes y fuerzas, dado que para los fines de preservación de especie y selección natural, con ello basta y muy rara vez la pelea es real. En el homo sapiens, ciertamente no caben las exhibiciones de cornamentas o medidas de colmillos, por carecer de estos apéndices, pero a los evidentes ribetes fálicos que pueda adquirir la medición de fuerzas masculinas (Vg.: “desenvainó el sable”, “puso la pistola arriba de la mesa”, “le mostró el corvo acerado”), se agrega lo propio del humano, el mundo del habla, la ideación, la anticipación y la representación, por ello, podemos escuchar cachañas verbales tales como: “vamos pa´juera”, “querí sudar”, “que le poní”, acompañada de la gestualidad propia de quien invita a una justa física, conductas pertenecientes a la humanidad aún desde el tiempo de las gentes recién salidas del paleolítico, como lo atestiguan por analogía los estudios antropológicos que sobre aquellas tribus perdidas y primitivas de las islas Trobriand hiciera Malinowski, antes que los dulzores de la evangelización castrasen a los nativos. A través de la historia y las culturas, las conductas cachañescas han tenido diversa expresión y valorización; en el antiguo Egipto, los sellos de tumbas contenían cachañas esotéricas, imposibles de cumplir o verificar desde ultratumba para quien los violase; en el mundo mesopotámico, la figura del Patesi, rey intelectual, pacífico y sacerdotal, comanda los ejércitos de su imperio bajo admoniciones cachañeras, que a la luz del análisis, resultan de evidente utilidad para que los milicos no masacren a un señor más bien redondo y sedente; los persas incorporaron la cachaña colectiva a las tácticas de guerra; en Grecia, Aristóteles, buscando el término medio entre la aladzoneia (jactancia) y la eironeia (ironía), no logró nominar a las formas más evolucionadas e intelectuales de la cachaña, la disimulación y su anverso activo, la simulación. De Roma en adelante las cosas se ponen cuesta arriba para la cachaña; comenzando por el latero de Cicerón, pasando por la buena fe del ius gentium, hasta la transparencia tan en boga, la cachaña en su sentido amplio ha quedado relegada al cajón de las estrategias poco decorosas, ignorando su profunda raigambre antropológica y evolutiva, propia de nuestra condición de caídos, donde representa un arma defensiva, una pieza de la prudencia de quien vive en este mundo y por las mismas razones que cualquier primate superior se golpea el pecho, grita a todo pulmón y aparenta ser más grande de lo que es, porque tal acción permite evitar el mal mayor de una medición real de fuerzas. Entendamos que la cachaña se aparta de la falsedad, por cuanto esta última es “lo que no es”, en cambio la cachaña sólo da lugar al equívoco, ese hueco entre el cachañero y el otro, dado que la cachaña no cabe ante sí mismo. Ejemplos modernos de cachaña del poder legislativo son aquellas peticiones censura, oficios a la comisión de ética, etc, por cuanto rara vez son hechos con ánimo diferente del mero cachañeo…también podemos distinguirla en las apasionadas oratorias del hemiciclo, donde puede cachañearse de lo lindo amparado en la inviolabilidad parlamentaria. También hay cachaña en el ejecutivo, por cuanto aún, con el regio poder de nuestro sistema presidencial XXL, es prístina cachaña cuando al dirigirse a la ciudadanía, promete mano dura, los fuegos del infierno o tolerancia cero con la delincuencia y otros males sociales propios de la misma ciudadanía, ya que sabemos, los delincuentes no son una raza alienígena. El poder judicial simplemente NO CACHAÑEA.

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